CREMATORIO
de Rafael Chirbes (1949-2015)
2007 Editorial Anagrama, colección Compactos. 415 pags.
Una novela que relata la experiencia vital de una generación. Desde la infancia
hasta la madurez, los personajes reflexionan sobre sus vidas, sobre sus pasiones,
anhelos e ilusiones. Son supervivientes que se adaptan, con mayor o menor éxito,
a las circunstancias que les va planteando la vida, y que, en la mayor parte de
los casos modificará los proyectos que
habían ido construyendo.
Matías Bertomeu acaba de morir. Su hermano Rubén, el protagonista de la
novela, reflexiona sobre su vida, sobre sus relaciones con sus padres, con su
hermano, sus amigos, su juventud y su evolución personal y profesional.
Arquitecto de formación, relata la transformación y adaptación de sus ideales teóricos
originarios al pragmatismo más crudo y oportunista, propio del negocio
inmobiliario surgido al calor de la última etapa desarrollista de la costa valenciana.
A él se unen los pensamientos de su hija Silvia, restauradora de arte, y de
Federico Brouard, un escritor decadente y amigo de infancia de los hermanos
Bertomeu. También acompañan la trama un fecundo grupo de secundarios: Ramón
Collado, el hombre de los trabajos sucios de Rubén; Yuri, un esbirro que
trabaja para el mafioso ruso que hace negocios con Rubén; Irina, la prostituta
amante de todos ellos; o Mónica, la
joven y nueva esposa del protagonista.
Escrita sin diálogos, en una narración continua e introspectiva. Resulta
una obra coral compuesta de personajes que construyen un ambiente profundamente
existencialista.
Pero, además de su potente narrativa, Chirbes va dejando el texto repleto de
referencias culturales y artísticas (uno de los contrastes más inquietantes de
la historia). El autor va
desgranando una profusa y cuidada relación
de citas y menciones a ciudades, obras literarias, piezas musicales y pictóricas,
y obras de arquitectura.
Por tanto, este libro también resultará una escogida guía para disfrutar de
algunas de las mejores manifestaciones artísticas de nuestro tiempo. Poco más
se puede pedir.
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