Porque
en realidad hoy por hoy para NADA sirve el CERTIFICADO DE EFICIENCIA ENERGÉTICA.
No
nos lo hemos tomado en SERIO esto del Certificado. Los primeros que no nos lo
hemos tomado en serio hemos sido los TÉCNICOS – o las empresas que han
“malCONTRATADO” los servicios de un técnico a precios irrisorios, que da como
resultado certificados “irrisorios”.
Tampoco
los distintos agentes que intervienen en la venta o alquiler de los inmuebles,
promotores o agentes de la propiedad inmobiliaria, que lo único que buscan es
tener un documento que les permita realizar la operación, sin preocuparles la
calificación, ni la calidad del certificado, y en algún caso hasta haciendo
negocio con dicho documento.
Probablemente
la responsabilidad de que los certificados se vean por parte de los distintos
agentes como una carga, tenga su causa en el propio REAL DECRETO 235/2013 por
el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la
eficiencia energética de los edificios, y digo esto en especial en los casos de
los edificios existentes
Una
reflexión que debería hacerse el legislador - o deberíamos hacerle ver-, es que NO TIENE SENTIDO plantear este tipo de
certificados en edificios anteriores al 2007, que salvo contadísimas
excepciones, todos van a dar una calificación F o G. Sabiendo esto de antemano
¿vamos a dedicar mucho tiempo a la elaboración de estos certificados? están
bien remunerados estos certificados en el mercado actual para dedicarle más
tiempo y hacerlos de forma que tengan sentido para el usuario?
Al
final…¿tanto camino a recorrer para obtener una calificación que casi sabemos
de antemano?.
EN
EDIFICACIÓN EXISTENTE CREEMOS, EN VERDAD, QUE ES UNA CARGA MÁS QUE SE LE HACE SOPORTAR
AL USUARIO. ¿VALE LA PENA?.
Para
abundar sobre el tema os dejo el enlace de un artículo interesante de El País.
(http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/13/actualidad/1379090592_775839.html)